Leo a menudo los comentarios que aficionados atléticos dejan en la prensa deportiva y dejan claro que en esto como en otras muchas cosas, para gusto los colores. Hay opiniones de todo tipo: que si el partido fue bueno, que si fue malo, que si tal jugador hizo el partido de su vida, que si ese mismo jugador tal no toco bola, etc.
Pero los que más me sorprenden son aquellos que llaman a los jugadores «mercenarios«. ¿Por qué? Digo que por qué dicen que son «mercenarios«, no por qué me sorprenden.
Los aficionados son unos románticos del fútbol. Piensan que el jugador que llega a un equipo automáticamente se hace aficionado de ese equipo. Pero es algo absurdo pensar así cuando fichan por un determinado número de temporadas que en algunos casos se cumplen, en otros casos se renuevan y en muchos no llegan al final. En contadas ocasiones, algunos de estos jugadores terminan siendo aficionados, pero esto no es así siempre.
No son mercenarios ni tampoco aficionados, deben ser profesionales. Lo que quiero de un jugador que viene a jugar al equipo del que soy aficionado es que cumpla con su trabajo, que luche por ofrecer lo que el club le está pagando. Si un jugador cumple con su función se hará querer por la afición y si continúa en el club hasta su retirada, probablemente es porque finalmente se ha hecho aficionado y entonces si luche por unos colores y un escudo. Pero hasta allí llegan muy pocos. La mayoría termina en otros equipos sus carreras deportivas.
El Atleti es un equipo que se hace querer y su afición es tan grande que consigue que incluso algunos que se fueron a terminar sus carreras deportivas a otros equipos terminen volviendo a realizar otras funciones en el club, a formar parte de los equipos de veteranos o a ver a «su atleti» los domingos en el Calderón. Pero eso no debe ser la premisa cuando se ficha a un jugador.
Jugadores como Tomás Reñones, Gárate, Adelardo o Pereira que lucharon por un escudo ya quedan pocos. Incluso alguno tuvo que cambiar de aíres -lease Fernando Torres– aunque sigan siendo atléticos de corazón. Ahora los que hay deben ser profesionales y realizar su trabajo. Si finalmente se hacer aficionados el tiempo lo dirá. Pero de momento deben dejarse la piel en campo por su sueldo y por su empresa. Más adelante ya se verá.