Así título mi artículo, al igual que este blog, por su manía de darle emoción a las cosas. Y si no teníamos bastante con el equipo, ahora encima tenemos un enorme jugador que se empeña en darle más emoción. Pero empecemos por el principio…
Comienzo a verlas venir
Salió el Atleti a ver que hacían los alemanes, y estos se dedicaron a apretar, mal, pero a apretar. El equipo no salió mucho y cuando lo hizo también lo hizo mal, perdiendo muchos balones en cuanto pasábamos del medio campo, la defensa abusando, sobre todo Miranda y Filipe, del pelotazo a seguir. No así Perea que, mal que le pese a muchos, jugó un muy buen partido, subiendo el balón controlado, pasándolo a los compañeros y, como siempre, saliendo muy rápido al corte.
Visto lo visto, los alemanes se pusieron a lo suyo, a enviar balones colgados al área a ver si sonaba la flauta. Y entre que no sonó, que la defensa estuvo acertada y un Courtois que sigue siendo de hielo y salió con seguridad a varios balones, se le pasó el arroz al Hannover 96. Fue una primera parte que sobró prácticamente. Muy aburrida y con poco que contar.
La segunda parte ya fue algo más entretenida, pero no por el juego, aunque el Atleti con Diego de vuelta a su posición de mandar salió algo más crecido y queriendo hacer algo, sino por la emoción que nos da estar pendientes de que un puñetero gol de última hora de otro jo**do equipo alemán nos mandara para casa. Y esto no ocurrió por un prodigioso jugador que, curiosamente es español -asturiano para más señas-, no ha costado nada y, de momento, juega en nuestro equipo: Adrián.
El gol de Adrián
La jugada del gol pensé que era inenarrable, pero después de leer la crónica de Iñako Díaz-Guerra en el AS, simplemente es que hay que saber escribir para hacerlo y yo me dedico a esto por afición. Así que os invito a que vayáis a leer el resto de la crónica que hace del partido allí, pero voy a copiar la narración que hace Iñako del gol:
Corría el minuto 64, pero parecía que andaba. El Atleti no vislumbraba la meta, cuando Adrián persiguió un balón propiedad de Pogatetz, al que le dio la vena solidaria y decidió compartir. Así que el asturiano se encontró con el balón y Pander intentado corregir. Cualquiera hubiera tirado, él no. Se escapó del lateral y vio a Zieler lanzándose a sus pies. Cualquiera hubiera tirado, él no. Regateó al portero con un cambio de ritmo y observó regresar como un loco a Pander. Cualquiera hubiera tirado, él no. Recorto al defensa, lo miró caer como un fardo y, ahora ya sí, levantó la cabeza y disparó, apuntando a donde un desesperado Pogatetz no podía llegar nunca. Un gol de locura. Los caprichos del tiempo: duró unos segundos, parecieron minutos y perdurará años.
Y así fue el gol del hombre de hielo. Dos de estos tenemos ahora mismo en los dos extremos: uno en la portería y otro en la delantera. A ver lo que conservamos para futuras temporadas teniendo como tenemos en la dirección de este equipo al impresentable #DuoPrescrito.
Y llegó Falçao
Ese gol nos dio la tranquilidad que necesitábamos y el equipo empezó a jugar guardando el balón, jugándolo, pase, pase, pase. Hasta que un balón más, de los enviados al área por los alemanes, esta vez sí, lo aprovecho Diouf para enviarla tan ajustada al palo, que igual podía haber dado en él, y nos hizo el empate.
Pero ya no era lo mismo. Ya habíamos igualado su gol en el Calderón y en ese momento otro gol suyo significaba la prórroga, pero no la eliminación. Y los atléticos somos optimistas. Además, pocos minutos después volvió la tranquilidad de la mano -o más bien del pie- del Tigre Falçao, no podía ser otro. La jugada la inicia Diego, la sigue Adrián que devuelve a Diego con un taconazo. Aunque este tiene que luchar para recogerla, se va y le da el pase al Tigre para que la baje con el pecho y pegue un perfecto derechazo. Bonito gol que cierra las aspiraciones germanas de seguir, que acaba con la imbatibilidad del Hannover 96 en su campo en competición europea y que hace que llevemos nueve triunfos consecutivos en la UEL.
Ahora nos espera el Valencia con la espinita que tiene clavada por su eliminación en cuartos de hace dos años. Va a ser un duro escollo, pero estoy seguro de que este equipo será capaz de doblegar de nuevo a los de Emery -fijaos que ya entonces el entrenador era Emery; aquí esas cosas no pasan- y espero que nos veamos las caras en la final con nuestros hermanos rojiblancos del Bilbao.