Cuando oyes al entrenador de tu equipo decir «pero si no es posible vamos a intentar no perder«, se te cae el alma a los pies. Y cuando ves que salen a por todas, que incluso se ponen por delante en el marcador y a tí te empieza a dar el subidón y dices «vale, queda mucho, pero parece que esta vez sí«, va ese mismo entrenador y te vuelve a tirar por los suelos cuando estando por delante en el marcador -recordemos que aún había que tirar el penalty- y cuando tiene que efectuar un cambio porque han expulsado a su portero no le tiembla el pulso y quita a Diego, el único que podía hacer jugar al fútbol a este equipo, teniendo opciones como Gabi o Salvio. A eso se le llama cobardía. Y en ese momento todos los aficionados vemos claramente que lo que busca es que no nos caigan muchos, para ver si se salva. Y cuando digo todos me refiero a eso, TODOS: afición y jugadores. Lo dejó muy claro. Antes y después.
El resto del partido ya queda totalmente desvirtualizado: con 10, sin nadie que controle el balón y lo haga jugar, a aguantar y rezar que no nos hagan un siete. En toda la segunda parte no tocamos un balón si no era para despejarlo. Adrián se debió desesperar. De jugar Falcao se hubiera echado a dormir esperando balones al área que nunca le llegarían, porque no pasamos del medio campo.