Desde luego que es posible. Siempre es posible. Otra cosa es que sea probable. Después del partido de ida nadie daría un duro –o un euro que se dirá ahora- porque el Atlético seguiría en Copa. Después de la indolencia de casi todos lo jugadores que salieron –salvo a Cedric, a Domínguez y a Reyes, sí, sí, a Reyes– y de un entrenador que me pareció cagón al no ir a por el partido metiendo otro defensa cuando perdíamos por 2 goles y una vez expulsado Ujfalusi, quién podría esperarse que aquel esperpento que no era mi equipo pudiera remontar algo.
En uno de los numerosos comentarios escritos en cualquiera de los muchos blogs y diarios donde se narraban las desventuras de esos once que deambularon por el campo del Colombino, un padre decía, como yo, que si lo sentía por alguien era por su hijo de 12 años, que no se lo merecía, que estrenó con toda su ilusión la camiseta de su equipo que le trajeron los Reyes Magos y una vez acabado el partido se la quitó, la dobló y guardó con mucho mimo y dijo, esos no son mi equipo.
Sin embargo, ahora, después del partido de liga contra el Valladolid en el que parece que la medidas tomadas por Quique Sánchez Flores surtieron efecto, ahora, digo, lo vemos con otros ojos. Ahora sí creemos que sea probable. Ahora sí creemos en la remontada. ¿Y por qué? Pues porque somos del atleti. Y somos optimistas, porque sino no seríamos del atleti.
En un artículo en el blog Infierno Rojiblanco se pregunta el autor, al que antes del partido del pasado 6 de enero le regalaron dos entradas para la vuelta, qué hacer: ir al campo y usar las entrada para entrar o usarlas para hacer aviones y que les den. El mismo día de Reyes menos mal que se contuvo, porque cualquiera podría haber hecho los avioncitos. Pero después de Pucela… Yo estoy seguro que va ha ir, por lo que digo, porque somos optimistas, porque somos unos soñadores, porque esperamos la remontada, porque creemos en la remontada.
Estoy seguro, próximo partido de Copa: Atlético – Celta.